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Los señores de VOX, injustamente calificados de extrema derecha por defender principios morales, éticos y cristianos

Feijoo no debiera intentar negociar, a cualquier precio, con Sánchez

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Miguel Massanet Bosch.
Es obvio que el PP necesita recobrar valores que, desde hace algún tiempo, parece que han dejado de ser imprescindibles para él. Y también pudiera ser una buena noticia el aparente sentimiento de unidad que se advierte en torno a la elección del señor Alberto Núñez Feijoo, una persona en torno a la cual se ha creado una rara unanimidad de las bases del partido y de sus máximos responsables, respecto a las cualidades que se precisan para intentar la reflotación del partido de Fraga que, como es evidente, ha tenido tiempos mejores que los que estamos viviendo en la actualidad. Participamos de esta ilusión, pero a diferencia de lo que piensan muchos, tenemos algunas reservas en cuanto a los métodos que parece que se van a llevar a cabo en esta nueva política de “apaciguamiento”, de ejercicio de una oposición llamada “responsable” y de los métodos suaves, tolerantes y poco agresivos con los que pretende ganarse a los votantes, según parece que tiene previsto la recientemente nombrada nueva ejecutiva del PP, en lo que respeta a la forma de relacionarse con el partido del Gobierno.


Dicen que el gato escaldado del agua fría huye y somos de los que estamos enteramente de acuerdo con esta expresión, fruto de la experiencia del pueblo llano. En el PP no es novedad el que se empiece con gran optimismo una nueva etapa, bajo una dirección recién nombrada; así como que se esperen de ella grandes logros y, especialmente, el que consigan, en el menor plazo posible, sustituir a los socialistas en la tarea de gobierno de España. Sin embargo, hemos comprobado que determinados vicios propios de la derecha, algunos grupos que sostienen opiniones dispares dentro del partido, ambiciones personales, envidias, egolatrías y deslealtades han venido siendo el cáncer maligno que ha sido capaz de acabar con aquellos logros que brillantemente han tenido algunos de sus mejores valores personales del partido. Los ejemplos los tenemos recientes y las consecuencias de cómo la falta de prudencia, la incontinencia y el temor a perder las riendas del partido han conseguido, apenas en unos días, acabar con el prestigio, la estimación y las esperanzas de toda una base que aspiraba, legítimamente, a conseguir darle un vuelco a la gobernación del país. En consecuencia, es preciso que este tipo de intromisiones, de intereses personales y de utilizar determinadas influencias para entorpecer la buena marcha de la institución, sean erradicadas de cuajo por la nueva directiva.
No es fácil. En España, actualmente, tenemos al frente del gobierno a una persona extremadamente ambiciosa, muy celosa de mantenerse en el puesto en el que le colocaron las urnas,  que ha precisado de una gran dosis de ingeniería política que tuvo que gestarse en torno a su figura, para permitirle conseguir los apoyos precisos de otros partidos de izquierdas, para que gobernar el país. El señor Sánchez, una medianía como intelectual, una mediocridad como gestor y escasamente dotado para dirigir una sociedad como la española, tiene por el contrario unas grandes dotes para convencer a sus defensores, de que sin él la nación española no podría sobrevivir, que la derecha es un peligro para la sociedad como para darle la oportunidad de gobernar y que, todo lo que no este vigilado, dirigido, aceptado y consentido desde la cúpula del PSOE, está condenado al desastre.
Pero tiene un talón de Aquiles en sus socios de gobierno, los de Unidas Podemos que, como no podía ser menos, han sido, con sus demandas absurdas, propuestas infantiles, chantajes inoportunos y protagonismos inapropiados, los que están contribuyendo de una forma pertinaz al continuo descrédito del Gobierno, últimamente más acentuado debido a que la epidemia del Covid 19, los incrementos de los costes valores energéticos , la guerra de Ucrania y el alza de los precios en artículos de primera necesidad que están llevando, al señor Pedro Sánchez y a su gobierno, a una situación cada vez más insostenible, en la que se puede alcanzar un punto en el que, cada vez le resulta más costoso mantener su acuerdo de gobierno con los comunistas y, al parecer, se empieza a pensar que un acuerdo con los señores del PP podría ser la única posibilidad de salvación, en esta situación extrema en la que se encuentra.
Y, con estos antecedente, nos preocupa que el nuevo líder el PP caiga en la tentación de apuntarse un tanto político, al presentarse como un representante de las derechas “moderada”, sensato, práctico y tolerante con la izquierda gobernante, para ofrecer o aceptar un pacto de Estado que le sirva al señor Sánchez para confirmarse como un estadista que ha sido capaz de romper con las izquierdas de Podemos, pactando con sus tradicionales “enemigos”, a los que les negó el pan y el agua, pero a los que ahora les proporciona la oportunidad de demostrar su “lealtad” al gobierno del Estado pactando, con los socialistas, una nueva etapa que, curiosamente, los va a acercar a las próximas elecciones en las que, evidentemente, van tener la oportunidad de volver a vencer a una derecha que les ha ayudado a llegar al término de la legislatura y que va a carecer de argumentos de crítica a la gestión socialista, al haber colaborado con ellos en evitar el derrumbe total de la economía del país.
No somos nadie para aconsejar al señor Núñez Feijóo, pero si hemos votado al PP desde el mismo momento en el que surgió Alianza Popular y podemos decir que hemos sido leales a esta formación en tiempos de triunfos y, como sucede ahora, en momentos de extrema debilidad del partido. Alguna experiencia se puede decir que tenemos de tantos años de ver como se han desperdiciado ocasiones de gobernar debido a que, pocos días antes de las elecciones se han producido hechos, la mayoría de ellos con el fin de desgastar al gobierno, que los directivos del PP no han sabido como gestionar y, prueba de ello, ha sido que elecciones que estaba cantado que se iban a ganar, en el último momento, se han perdido.
Cuando vemos al señor Mariano Rajoy intervenir como gran sátrapa del partido, en el congreso de los peperos, no podemos menos de recordar la forma poco inteligente con la que se enfrentó a la moción de censura que le presentó el señor Sánchez. Se retiró sin lucha y permitió que, en lugar de provocar la celebración de unas nuevas elecciones, como inteligentemente hizo la señora Ayuso en Madrid, se dejó sorprender al no conocer a tiempo la trampa que se le preparaba, desde el partido mayoritario de la oposición que, para más INRI, tuvo previamente que ponerse de acuerdo con toda la oposición de izquierdas sin que, don Mariano, se enterase de nada. Este señor, evidentemente fue lo que se puede calificar como un desastre, no como gestor que supo tratar bien la cuestión económica del país, pero sí como político que fracasó en el tema catalán y vasco y también en su falta de información respecto a un tema de tanta trascendencia como fue la preparación exitosa de toda la oposición, en el caso de la moción de censura.
Y aquí un breve comentario respecto a las relaciones del PP con el partido VOX. Casado, el expresidente, se ha negado en todo momento a aceptar como interlocutor al partido del señor Abascal, pese en que, en algunas ocasiones ha dependido de sus votos en lugares donde el PP gobernaba sin la precisa autonomía. Los señores de VOX, injustamente calificados de extrema derecha por defender principios morales, éticos y cristianos que hoy forman parte de aquellos temas detestados por los progres de izquierdas, que no pueden consentir que haya personas decentes que no acepten su forma laica y materialista de entender la sociedad, pero que son incapaces de comprender que se critique a un señor Putín; que se defienda la vida de los fetos que se abortan en España y que representan doscientos o trescientos de estos asesinatos cada día; que estemos en contra de una ley educativa fruto exclusivo de la incapacidad manifiesta de la señora Zeláa, un personaje atrabiliario que, en su obsesión protagonismo y su autocracia se negó a escuchar el consejo de los docentes, legislando, simplemente, según su propio criterio que, como es evidente, no fue ni el más prudente, ni el más inteligente ni, mucho menos, el que mejor contribuiría a la enseñanza y aprendizaje de los alumnos españoles y a que, cada ciudadano pueda defender su propias creencias religiosas sin que, como ocurre en la actualidad, las izquierdas se hayan centrado de una manera despiadada sobre le Iglesia católica, como blanco de sus iras laicas.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, quisiéramos recomendar al señor Feijóo que tome en cuenta que el futuro del PP, de la antigua Alianza Popular y de todos los que nos unimos a los valores defendidos por el señor Fraga Iribarne, estará ahora en sus manos. Que aproveche la ocasión para sacar el mayor fruto para los españoles de derechas y de centro de esta oportunidad, pero que no tenga prisa en tomar decisiones que pueden llevarle a un callejón si salida y, muy especialmente, el entrar en el avispero que le tiene preparado Pedro Sánchez que, sin despreciar la capacidad y talento de don Alberto, es un peligroso enemigo, que goza de tener a su disposición un enorme apoyo mediático, capaz de destrozar a cualquier político que no esté capacitado para contrarrestarlo. Las prisas, en ocasiones, son malas consejeras, alejadas de la necesaria prudencia. Feijóo va a tener que disputar una gran batalla donde el ingenio, la capacidad, la preparación y su gran experiencia de gobierno, van a tener que enfrentarse a la malicia y los trucos de los que dispone el señor Pedro Sánchez. Lo único que nos queda por decir es que le deseamos, de corazón, toda la suerte y éxitos en el cargo que acaba de inaugurar, al frente del PP.
Y finalizamos con una frase, ad hoc, del príncipe de Talleirand:  “La oposición es el arte de estar en contra tan hábilmente que, luego, se pueda estar a favor.”
 

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